Pobres dioses olímpicos, si supieran que iban a terminar siendo objeto no de reverencia y temor como antes, sino de disfrute y gozo, no se lo hubieran creído. Pero no hay que desesperar, el espírtu del humanismo griego respira a través de la mitología, y ya sea contados o leídos, o a través de ejercicios interactivos, un cierto sentido de la vida puede ir surgiendo casi sin pretenderlo. El enlace es
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